sábado, 13 de octubre de 2012

#24

El señor de las moscas, págs. 66 - 67


     Sir William Golding fue un novelista y poeta británico, Premio Nobel de literatura, conocido especialmente por su obra El señor de las moscas.

     En este fragmento de El señor de las moscas, vemos cómo Piggy es juzgado por no haber tenido una lista con el nombre de todos los niños, pues se encuentran que probablemente hayan perdido a uno por el bosque. Ralph se enfada porque se da cuenta que no le hacen caso, o no hacen exactamente lo que él dice. Piggy acaba sufriendo un ataque de asma ante la mirada atónita de los niños, para después empezar a prenderse fuego la isla.

     En este caso, se trata de un fragmento que podríamos identificar en las partes de una novela como el nudo, pues ya se nos ha desarrollado la introducción y, cómo es obvio, no hemos llegado al desenlace. Aquí ocurre la mayor parte de la acción, pues es cuando se empieza a ver la degeneración de la sociedad a medida que va avanzando la novela.

     En este fragmento, creo que el tema versa más sobre la distopía, a causa de que quieren llegar todos a un mismo fin, pero acaba por aparecer la maldad inherente en el ser humano.

      Podemos ir encontrando rasgos de prosopografía, ya que se nos descirbe ligeramente el aspecto físico del niño de la mancha en la cara, y a parte, nos señala algunas condiciones de Piggy, y vemos, también, algunos rasgos de etopeya, pues se nos muestra la moral en Ralph al enfadarse por no tener un recuento, y en Piggy por sentir culpa y presión social. Vemos que está escrito de una forma yuxtapuesta, pues consigue llegar a nuestra sensibilidad y ponernos en el lugar de Piggy, incluso contagiarnos esa atmósfera tan tétrica que se vive junto a la hoguera. 

     Cómo estructura externa podemos localizar las diferentes partes en que se desrrolla la conversación de Piggy y Ralph ante la antenta mirada de los niños. Vemos cómo a medida que se va desarrollando el conflicto, la actiutd de los emisores y de los recpetores va variando y, incluso, podemos desgranar las escenas de una forma más o menos cronológica, respecto al primer uso práctico de razón, hasta el caos que se provoca gracias a la afirmación de Piggy. Algo parecido sucede en la estructura interna: a pesar de que el fragmento no está dividido en párrafos, sí que, por el contrario, podemos localizar una progresión en la actitud de las emisores (Ralph y Piggy) y los receptores (que serían los niños más pequeños). La actiud del autor, en este caso, nos hace sentir empatía ante el enfado de Raph gracias a la actitud irresponsable de Piggy, pero, al mismo tiempo, sentir cierto desasosiego ante la gran culpa que siente el otro por el hecho de no haber contabilizado a los niños, o al menos, haber hecho algo para manterlos bajo control.

     En este texto, vemos como el narrador es omnisciente en tercera persona, pues está en todas partes y lo sabe todo, pero, así mismo, también se centra en los niños protgonistas de la historia: Ralph, Piggy y Jack. A pesar de todo, nos mantiene informados de lo que hacen los otros niños, cómo se ve más a delante en la obra, al ponernos al corriente de lo que le ocurre a Simon mientras va a buscar respuestas al monte y quitarle el sentido sobrenatural a la figura de la "fiera", pues realmente se trata de un paracaidísta muerto. 

     El tiempo externo es difícil de averiguar, pues el autor no nos explica demasiado lo qué ocurre, pero podría tratarse sobre la Segunda Guerra Mundial, ya que Inglaterra se encontraba bajo el bombardeo de los almanes. El tiempo interno es corto, pero aún así basta para que se desarrollen unas escenas macábras y horribles, que incluso los mismos niños lloran al final por la pérdida de su inocencia. El tiempo de la obra es básicamente cronológico, no hay saltos temporales, y las veces que recuerdan algo son saltos tan cortos, que realmente no nos pueden poner en situación. 

     Cómo rasgos del texto, podemos encontrar, en la línea 6 un epíteto a causa de que describe cómo se encuentran los labios de Ralph, también vemos cómo nos da un exceso de infromación al decirnos que se mojó sus labios, pues es difícil que pudiera hacerlo con los de alguien más. En la línea 14 y 15 vemos cómo el simbolismo de la caracola hace acto de presencia, pues Ralph le arrebata la caracola a Piggy (símbolo de control) para que deje de hablar. En la línea 30 vemos un símil, porque al recubrirse el árbol en llamas, nos lo compara con una bomba. Y, por último, en las líneas 35 y 36 vemos una metáfora y una prosopopeya, pues da lugar a la obtención de cualidades humanas (el "yacer") al Sol.

     En este fragmento hemos podido encontrar una cantidad inmesa de objetos literarios, tanto para dar más fuerza a las palabras que los acompañan cómo para llegarnos a afectar intelectualmente. Se trata de una obra muy interesante que pretende hacernos preguntar si en nosotros existe ya el mal inherente, utilizando el ejemplo de unos niños perdidos en una isla. Es una novela cruda y dura, con la posibilidad de ser perfectamente real, lo cual tendría que hacernos preguntar si, en vez de estar yendo hacia la sociedad útopica que todos (más o menos) ansiamos, nos estamos acercando a una distopía que sólo se controla bajo la utilización de máscaras, para mantener los verdaderos instintos y sentimientos humanos bajo control.






    

    

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